¿Podrá la carne sintética hacernos más sostenibles?

La carne sintética comienza a vislumbrarse como una opción de futuro. Funciona como un método alternativo al sacrificio de animales -todavía en pruebas y sin comercializar- con un sabor creado en un laboratorio a través de células de carne, pero sin muerte de por medio.

“Con las carnes vegetales, muchas veces no se consigue llegar al mismo sabor o texturas”, plantea Elena Díaz, especialista en Tecnología de los Alimentos y Nutrición en INFINITIA. “Es un compromiso de sostenibilidad porque no es posible mantener el consumo de carne actual en el futuro, ni tampoco sacrificar el bienestar animal”, añade Javier Sanz, CEO de la consultora.                                                         

Con todo, el usuario importa en la decisión de fabricar carne sintética. Tiene que seguir estando contento con el producto o, de otra forma, no lo adquirirá. “Es en esa combinación donde surge la carne sintética como una elección prometedora al futuro”, declara Sanz.

Para desarrollarla, en INFINITIA contamos con todas las capacidades de conocimiento, pues en todos los pasos que implica su fabricación -la textura de los alimentos, el comprobar que tiene la misma apariencia o validar si es percibida igual que un filete normal, por ejemplo-, nos rodeamos de los mejores equipos.

Por este motivo, también conocemos el proceso por el que se crea. “Al contrario de lo que ocurre con las de origen vegetal, en éstas el animal resulta necesario. De él, se extraen las células madre. Se cultivan con proteínas y otros nutrientes -con el fin de que se parezcan al músculo del animal- sobre un material que sea comestible -como el colágeno- para darle forma”, explica Díaz. “Lo que se intenta es someter a las células a un estrés mecánico para que funcione como el músculo de un animal de verdad, pero sin sacrificarlo”, puntualiza.

En este sentido, incide en que es “importante” que tenga una apariencia “adecuada” para que se pueda parecer a la carne y para que el consumidor la compre como tal, en cuanto a textura y tamaño.

El siguiente paso, una vez que se consiga optimizar el desarrollo a nivel de laboratorio, sería llevarlo a reactores y poder hacerlo a gran escala. No obstante, Sanz advierte de ciertos inconvenientes, que hacen repensar la carne sintética desde otro de punto de vista.

El primero se centra en el gasto. “Se está yendo a reducir costes, entre otras cosas, con el descenso del consumo de carne normal y es bastante caro conseguir un kg de este tipo de carne”. Si bien confía en que acabe siendo más barato, Sanz apunta que todavía se tienen que superar algunos procesos a nivel técnico, teniendo en cuenta, todo el tiempo, lo que busca el consumidor. “El comprador puede tener una barrera psicológica o cultural que provocara que, aunque pudiera encontrárselo en un supermercado a un precio asequible, no lo comprara porque no le gusta lo que está viendo”, sostiene.

Entonces, como aún hay que pasar tantas fases, la pregunta que se plantea en INFINITIA es: ¿Merece la pena la carne artificial desde el punto de vista de sostenibilidad? “Es una decisión controvertida, porque hay expertos que están informando de que la carne sintética va a necesitar la misma agua que el ganado y no va a salir rentable, aunque otros refutan esta teoría alegando que los animales no son solo el agua, pues también existe un gasto de dinero en cuanto a alimentos o antibióticos”, responde Díaz.

De esta forma, la conclusión a la que llegamos es que aún es pronto para comparar ambas producciones pues, como la carne sintética no se está haciendo en cantidades industriales, resulta poco probable lanzar un veredicto que sea acertado.

Ahora bien, si estás buscando un laboratorio capaz de resolver este tipo de dudas en cuanto a carne sintética, ponte en contacto con nosotros. Estaremos encantados de ayudarte.